Hola.

No, aún no terminé la carrera.

Como tantas otras personas en el mundo académico, me quedé en la tesina. Todas las materias de la licenciatura están aprobadas, pero la condecoración aún sigue en espera. Genera cierta vergüenza no ondear el diploma, en honor a uno mismo, en honor a nuestros padres. En honor al «sacrificio», dicen.

Al mismo tiempo, parece que porque no tenemos el título, nada de lo que hicimos hasta ahora tiene valor. O somos graduados o no somos nada. No hay término medio, porque hasta el título intermedio de bachillerato tarda meses en ser entregado —teléfono para secretaría estudiantil.

Recuerdo cuando cursé Comunicación Social de la Ciencia: Elena nos hablaba sobre cómo, lamentablemente, en el periodismo científico el foco suele estar puesto en los resultados y no en el proceso.

Pobres veinteañeros que corren tras el tiempo, las obligaciones y la búsqueda de identidad. Todo sin un peso ($$$). Eligiendo carreras sin certezas, encaminándose a algo que no les garantiza nada. En un mundo ultra competitivo donde cada vez más graduados están desempleados, el título no promete nada y en el mercado laboral, la experiencia vale varias veces más.

Sin embargo, la universidad es la época que más valoro y recuerdo con cariño. Aprendí a cuestionar todo lo establecido. El pensamiento crítico es lo más preciado que un humano puede tener. Esquivando los fanatismos, los partidos políticos casi religiosos, el alumnado ventajero y al profesorado egocéntrico, la universidad es un lugar hermoso. En la universidad pública argentina, todos son bienvenidos. Absolutamente todos.

Y lo mejor es que en mis recuerdos universitarios no existe covid-19. Nos amontonábamos en aulas e incluso compartíamos micrófonos en el LABSO. Tomábamos café en la terraza del bar, al lado del río. Algunos días pasábamos hasta siete horas entre los pasillos de la facultad. Nueve si esa tarde teníamos que hacer cola en la fotocopiadora.

Pero tras 15 meses de reflexión-covid, las cosas cambian. Las prioridades ya no son las mismas que hace dos años y la mirada frente mi lugar en el mundo es diferente. Ya no estoy segura —ni tampoco tengo la fortaleza mental— de retomar el ritmo académico que tenía antes. Es difícil dedicarle tanto tiempo y asignarle tanta importancia a algo qué, de nuevo, no te garantiza nada, mientras careces de ahorros y perspectiva de independencia. También, me distancié de la universidad y su establishment. Ya no me interesa parecerme a las personas que admiraba en la academia, porque veo muchas de sus contradicciones éticas & morales. Se hacen llamar progresistas, pero después son capaces de retwittear: «rubia tarada, bronceada, aburrida, me dice ‘por qué no dan Pfizer'».

Si bien quiero terminar la tesina y graduarme, hoy no es mi prioridad. Quizás en un mañana lo sea, pero en este momento me importan más otros aspectos personales a desarrollar. Es difícil; pero prefiero asignarle valor a lo que ya hice, sin desmerecerlo por no tener el diploma de Licenciada en Comunicación Social.

Por hoy, me quedo con todo lo que aprendí en cinco años, gracias a las personas que me enseñaron a mirar más allá de los textos. Y con las amistades. Porque esas, en la vida, valen más que un título.

Comment

2 Replies to “Casi Licenciada”

  1. Gracias por compartir tu experiencia, me sentí bastante identificado con lo que constaste. No es fácil lidiar con una crisis en medio de una pandemia.

    Ánimo, seguramente la desmotivación que nos dejó la cuarentena se irá aligerando poco a poco.

    1. Gracias a vos por compartir tu comentario!

      Sí, nos tocó vivir una etapa compleja en la que seguro encontraremos sentido y aspectos positivos en unos años. Como todo, es cuestión de tiempo. Te mando un abrazo! 🙂

Comentar

Scroll Up
A %d blogueros les gusta esto: