El periodismo ciudadano no existe

Es solo un apelativo creado para discutir comúnmente la llegada de la tecnología a las manos de todos.

Cuidado lector, no me mal interprete. En la próximas palabras no pretendo desmerecer a nadie, sino desglosar una honorable profesión.


Una imagen aporta muchísimo. Pero, menos mal que la foto no es todo. La foto no es la noticia en sí. Una frase vaga que describa aquello que acaba de suceder y la pantalla evidencia, definitivamente no solo la noticia.

Los humanos buscan destacarse entre sus pares. En su afán, el ego es saciado con una serie de retweets y likes que llenan ese vacío social que todos alguna vez hemos experimentado.

Pero ser periodista es algo más que eso. Un profesional tiene la capacidad de aportar algo que el común ciudadano no puede.

“El valor agregado de la imagen es justamente el expertise, el conocimiento y el contexto que le vamos a dar desde nuestra función periodística. Si la importancia radica meramente en la herramienta, no vamos a hacer un valor diferencial”.

−Vanina Berghella, Directora Ejecutiva de FOPEA.

Hay un punto en el que siempre volvemos a la pasión del oficio: contar una historia, independientemente de la formación académica que se posea. La sociología, la historia, la sociopolítica, el derecho, son solo algunas de las bases que contribuirán a formar la capacidad de análisis del sujeto. Estas herramientas permiten al cronista crear el contexto necesario para entender las circunstancias en las que están inmersas los hechos. Le permiten ver más allá de lo que el otro puede ver, incluso de lo que él mismo en un principio creyó ver.

Los verdaderos periodistas aprenden a leer entre líneas. Los verdaderos periodistas tienen claro que lo realmente importante no es uno mismo, sino el protagonista y el relato que él tiene para compartir. Los verdaderos periodistas son conscientes que su pluma transmitirá aquellos testimonios que ampliarán la visión del mundo e intentarán enriquecer la comprensión de lo ajeno.

No es una cuestión de egos, ni mucho menos del lenguaje extravagante y complicado que dificulta la lectura de la audiencia. Es cuestión de saber cómo comunicar y llegar al otro apelando a su sensibilidad. Informar y concientizar al otro se convierte en un objetivo diario. Una misión para civilizar, diría Will McAvoy.

“¿Por dónde ha entrado usted? Por la puerta. ¿Sabe usted que no se puede pasar? He pasado. ¿Quién es usted? Un periodista”. −Azorín

Es un oficio en el que se sacrifican horas de sueño, salidas con amigos, tiempo familiar y muchos litros de café. Pero el motor de acción está compuesto por ese bichito infaltable en esta labor: la curiosidad. Las ansias de saber más, de ser un eterno inconforme. El propósito de esmerarse en leer cada documento que cae en el escritorio, de investigar cada rincón de la ciudad, de escuchar lo que cada voz tiene para decirnos.

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